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Los pies dolían, todo nuestro cuerpo estaba entumecido, nuestros movimientos se realizaban solo por la inercia, no caminábamos, flotábamos sobre nuestros cuerpos medio vivos, nos movía solo el terco deseo de llegar a algún lugar que nos pareciera calmo y lejano.

Cuatro personas en medio del sol abrasador del verano, con las pesadas mochilas a cuestas, sabíamos que podíamos tomar un carro si así lo queríamos, pero no lo hicimos, tacaños nos dijeron luego, pero no era así, el esfuerzo físico llegó a impedir que podamos comunicarnos unos con otros, las bromas callaron y ya solo nos dirigíamos miradas y sonreíamos, luego ya ni sonreíamos y solo nos veíamos animándonos con la mirada o una que otra frase de dos palabras, si, era divertido sufrir así, no había nada en ese mundo más que esa carretera en subida y la esperanza que tras la siguiente curva esté ese lugar que ni siquiera sabíamos como era, pero indudablemente cuando lo viéramos lo reconoceríamos, por un día todo el universo desapareció, nada ocupaba nuestras mentes, el cielo era hermoso, el paisaje también, mi mente durmió y solo mi conciencia estaba presente sin las ataduras de enrevesados pensamientos que en ese momento me parecieron sin sentido.

Me hubiera gustado continuar así, con ustedes, pero les agradezco ese día, el día en que 4 estupidos decidieron salir sin siquiera saber a donde, nunca se borrará de mi mente, gracias Luís, Franco, Karen.

Luego de eso Karen se cambio de turno, luego Luís me abandono por otra y al finalmente Franco dejo de ir a la universidad.